El personaje central de esta novela es un cuerpo. Un cuerpo que, con la muerte, cobra un sonoridad sin par y redefine en forma mítica a la mujer que lo habitaba. Pocas veces un símbolo a afiebrado tanto la imaginación de un país como el cuerpo muerto de Eva Perón. Santa Evita cuenta por primera vez el larguísimo calvario que sufrió ese cadáver embalsamado y retrata en forma admirablemente vivida los personajes que acompañaron su peregrinaje: militares que asesinan y enloquecen para no perderlo; peluqueros; actores fracasados; guardiacárceles de la Patagonia Todos ellos desfilan por las deslumbrantes páginas de este libro, así como la Evita niña, la actriz provinciana, la protectora de los pobres, las Primera Dama, la más arbitraria y magnética de las mujeres argentinas.