Este libro es la cuidadosa exposición de un viajero que sustituyó el testimonio de la cámara fotográfica por la grafía de un cuaderno compuesto en el camino. No falta aquí el motivo literario ni la recreación artística; en “Edimburgo una predilección borgeana” se da fe de ello a través de Sean Campbell, una figura que podría ser -o acaso lo es- el excepcional personaje de una novela alucinante. Son estas crónicas, como se propone la Colección, el testimonio de una gira por el entorno geográfico y por el otro entorno, el de la naturaleza humana, no menos variado y controversial, un recorrido al que, con su excelente prosa convoca “Imago mundi”.