Bibliografía: p. 513-522.

Idolos rotos. -- Sangre patricia. -- Peregrina. -- Tic. -- Las ovejas y las rosas del padre Serafín. -- Música bárbara. -- Sobre el modernismo. -- Alrededor de Nápoles. -- Alma de viajero.

Frente al naturalismo documental, limitado y chabacano, Díaz Rodríguez levanta, con fuerza de contraste estimulador, el lujoso resplandor de su arte. A los que no creían sino en Zola y en la llana indagatoria de la realidad, el trae, con la música de las palabras, la lección refinada de Barres, de D'Annunzio, de Wilde. Por lo menos les recuerda saludablemente que la literatura es arte. Y en cierto modo invita a la consideración técnica y a los problemas de la forma, para que haya quien pueda oír cuando llegue Proust.