No cabe duda que la redacción es un arte. Y un arte necesario para todos los profesionales. No es suficiente dominar la lingüística y conocer todos los vericuetos de la gramática de un idioma para expresarse en él con eficiencia y fuerza de convicción. La intercomunicación amplia también una creatividad y una selección de los medios expresivos; claro que es más expedito escribir en tópico. El lenguaje y la lengua poseen unas estructuras que proporcionan recursos abundantes para la intercomunicación; pero no siempre son seguros ni infalibles. De lo contrario, los humanos y las humanas no disputaríamos tanto. En este primer tomito se comienza por tratar lo más elemental y necesario para redactar textos que no pongan obstáculos a la intercomunicación. Eso es lo que permite subvertir, en ciertos pasos, el orden gramatical. Después de tratar histórica y prácticamente lo relativo al buen uso de la ortografía, y de proporcionar algunas normas para casos que no se resuelven con los diccionarios, se pasa a la sintaxis y a su ratificación, que viene a ser la puntuación o uso de los signos complementarios de la escritura. Esos amplios capítulos de la sintaxis y de la puntuación tienden a ser, más que un elenco de normas, un estudio estilístico del arte con que redactar y puntúan hoy autores consagrados.