Los dos relatos cortos que recoge esta obra, La rosa de Paracelso y Tigres azules, están considerados, dentro de la copiosa y profunda producción de Jorge Luis Borges, como dos pequeñas obras maestras. Se detectan en ellos las huellas del largo aprendizaje de escritor que Borges ha realizado durante toda su vida, aproximándose cada vez más a la perfección estilística y al embrujo del arte de narrar. Es difícil, por no decir imposible, encontrar en el autor debilidades, simplezas o concesiones a la argumentación; las tramas borgianas siempre llevan marcado indeleblemente el signo de la inteligencia, de la sutilidad, de la exquisitez. El alejamiento de la estupidez humana queda perfectamente reflejado en el maestro Paracelso, que desde su elegante y sabia distancia, dictada e impuesta por el Conocimiento, arrastra una corta vida literaria en el relato, pero no por escueta menos honda, como así demuestran las páginas magistrales de esta pequeña narración. Igualmente, el personaje de "Tigres Azules" que, en pocas páginas, cambia su obsesión de encontrar su tigre azul por el ansia metafísica de ponderación humana de la razón, a causa del hallazgo de unas misteriosas piedras, cuya enigmática conducta aritmética, hubiera dejado perplejo a Pitágoras.